miércoles, 27 de marzo de 2013

Mi Luna

  La Luna me persigue desde que yo era un niño. Esto siempre me hizo sentir especial, privilegiado, superior a los demás, soberbio. Y no fue algo de lo que me di cuenta conforme crecía. Nada más lejos de la realidad. Aunque no lo formulaba en mi mente, en mí siempre existió la certeza de lo que dije al principio: la Luna me persigue.
  Se me ha hecho difícil no hacer mofa de los demás cuando pienso en mi virtud. Y es que, de todas las personas en este planeta, ¡ella escogió a un servidor como objeto de persecución! ¡Cómo no sentirme superior al resto de los hombres! ¡Y mujeres! Y bueno, por qué no, perros, gatos, aves, insectos, cualquier cosa móvil e inmóvil inclusive.
 Al principio me asustaba cuando ella decidía desaparecer unos días, y luego regresaba mostrando poco a poco su cara, como quien siente pena de lo que sucedió mientras estaba separada. Bueno, no sólo me asustaba, también me ponía celoso. Pero entiéndame, ¿cómo no iba yo, un chiquillo inexperto, a pensar que quizá ella buscaba a alguien más? Pero a lo largo de mis años me di cuenta que todo es parte del juego de la seducción, de la conquista.  Y ella sabe jugar ese juego muy bien. ¡Oh, claro que sí! ¡Si es tan vieja como el diablo! Y usted sabe lo que dice la gente: más sabe él por viejo que por diablo.
  Luego, todo tenía sentido: sus ausencias, sus cambios, sus compromisos con el Sol (de quien sé, de oídas, que no persigue a nadie), y esa manía de aparentar ser más grande de lo que realmente es, para hacerme saber lo imponente, maravillosa e indomable que puede llegar a ser.
Pero en esta noche la realidad me golpeó con una fuerza lunática (hasta me hace gracia la referencia). Estando yo en mi cama, corrí la cortina para dedicarle a ella la misma sonrisa que cada noche aparece en mi rostro cuando pienso en su obsesión conmigo. Y para mi sorpresa, ella estaba tan radiante, tan hermosa y pálida, que por un momento corté mi respiración. Y entonces me di cuenta que debo estar loco por pensar que la Luna me persigue a mí sin ninguna razón aparente.
  Así que todo acabó esta noche. No, no es lo que piensa usted, ella me seguirá persiguiendo hasta que yo muera. Luego inclusive rondará mi tumba con la esperanza de percibir mi espíritu rondado mis restos. Todo acabó porque hoy tomé la decisión más grande de mi vida (y ya era hora): a partir de hoy seré yo quien persiga a la Luna.

2 comentarios:

  1. Siempre se ha dicho que la vida es un ciclo:nacer, crecer,... morir y luego de vuelta. Ahora hay que agregar otra más. Bien.

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