¿Qué haré sino pasearme por los atrios de la soledad?
Te has marchado ya hace mucho, y no recuerdo tu aroma.
¿Moriré en la espera o detendré el vaivén de las olas del mar
para llamar a la libertad de mi corazón? No lo sé.
Tan solo sé, que donde quiera que vaya, en un lugar recóndito
estás tú.
Autor: Rolando Abarca Alvarado
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