domingo, 10 de noviembre de 2013

Gracias, ladrona.

Me robaste la inspiración.
Yo solía tener versos en stock,
esperando la apuñalada
y contar en rima la tración.
 
Me robaste el deseo
de contar mi soledad
imaginando mi vida
como quien quiere lo que no tendrá. 

Me robaste las ganas
de murmurar contra el mundo,
sufriendo en silencio
por heridas a mi orgullo. 

Me robaste la tristeza
de padecer por el corazón roto.
Que no puede escribir
quien la vida no ha vuelto loco. 

Me robaste la tinta que usaba
para expresar frustración
por un "no" constante,
ridiculizando mi intención. 

Me robaste la vida, las ganas,
la tristeza, la inspiración y el deseo
de escribir de un sufrimiento
que por vos ya no tengo.

Por esto, gracias.

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